La sordera no es sólo un problema físico, sino que tiene componentes emocionales y sociales para quienes la padecen. La dificultad para comunicarse es uno de los principales problemas y puede dar lugar a incomodidad en situaciones sociales y a malentendidos.
La sordera puede hacer que las personas se sientan aisladas socialmente. La incapacidad para participar plenamente en conversaciones puede llevar a la exclusión y la soledad. A veces puede estar asociada con problemas de salud mental, como la depresión y la ansiedad, especialmente si la persona se siente excluida o tiene dificultades para adaptarse a su condición.
Las personas sordas a menudo enfrentan estigma y discriminación debido a su condición, lo que puede afectar su autoestima y calidad de vida. Pueden encontrar barreras en el lugar de trabajo debido a la falta de accesibilidad, la discriminación o la percepción errónea de sus habilidades.
También se enfrentan a dificultades para acceder a información crucial, como en el ámbito educativo, laboral o en situaciones de emergencia. No olvidemos que la sordera no es sólo un problema físico, puede representar desafíos en situaciones de emergencia o peligro, ya que los sordos pueden no escuchar alarmas o advertencias.